Dios me está buscando
Cuando leo
algunas parábolas de Jesús revivo escenas de la vida campesina y pastoril de mi
pueblo natal. La Parábola del pastor que va en busca de la oveja perdida (Lc.
15, 4-7) me parece una estampa de mis recuerdos. ¡Cuántas veces, mi padre, al
regresar a casa con el rebaño de ovejas, nos decía: “me vuelvo al monte que
falta una oveja. He preguntado a los vecinos, a Felipe, a Víctor, a Simón y
dicen que no la han visto, que con las suyas no está”.
Y allá se
internaba, en la oscuridad de la noche y en la soledad de la montaña,
acompañado de su perro de carea. Y cuando regresaba con ella, al hombro, (es la
mejor manera de cargar una oveja) avisaba a los vecinos: “ya la encontré”.
Vamos al bar de Pepe. Hay que celebrarlo con unos vinos”.
¿Será verdad que
Dios es así? ¿Será verdad que le interesamos tanto como para ir en nuestra
búsqueda y alegrarse contagiosamente cuando nos encuentra y celebrar fiesta en
el cielo y en la tierra?
La historia de
la humanidad no es sólo la historia de su desarrollo científico y económico
sino también la historia de la búsqueda de Dios, la historia de los intentos
humanos por acercarse y conocer el misterio insondable de Dios. Es la historia
del hombre alzándose hasta lo divino, el itinerario de su mente, su corazón y
de su espíritu hacia Dios. La filosofía, los mitos sagrados, las experiencias
de religiosas, los cultos, las religiones, los testigos del invisible son
pruebas de todos estos intentos: el hombre en camino al encuentro con Dios.
Pero ¿no habrá
un camino una búsqueda, un acercamiento en la otra dirección, en la dirección
del cielo a la tierra, de Dios hacia el hombre?
La novedad, la
originalidad y la identidad de la fe cristiana es el camino y el testimonio de
esta “Buena noticia”. “Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo único para
que todo el que cree en Él no perezca sino que tenga vida eterna. Dios no envió
a su Hijo al mundo para condenarlo sino para salvarlo por medio de Él” (Jn 3,
16-17).
El domingo día 8
de marzo viaje de San Pedro Sula a Guatemala para dirigir una semana de
ejercicios espirituales a un grupo de 42 misioneros claretianos que viven y
trabajan en Centro América. En el corto espacio de tiempo que dura el viaje leí
un folleto de la colección “cuadernos cristianismo y justicia” titulado: “Por
qué volví a la fe. Cuatro testimonios”. Son testigos de hoy.
Escribe Laura,
de Barcelona: “nos encontramos en uno de esos bares de barrio, vetusto y
dejado. Recuerdo que había una tele a todo volumen, porque había futbol y
jugaba el Barça; y el bar estaba lleno de humo y de gente que hablaba a gritos.
Y en una mesa, en medio de este ambiente, Mercé y yo estábamos tomando una
manzanilla. No recuerdo bien qué le debí explicar: imagino que le debí de hacer
un resumen de todo lo que aquí llevo escrito, sobre todo de mis inquietudes y
de mis dudas. En un momento dado le dije: “Es que yo creo que estoy buscando a
Dios”. Mercé me miró con aquellos ojos suyos tan grandes y llenos de vida y me
respondió: “no, Laura, es que Dios te está buscando a ti”.
“Jamás me había
podido imaginar que yo pudiera oír una frase como ésta. En toda mi vida no me
habría podido pasar por la cabeza que todo un Dios, creador del universo, del
cielo y de la tierra, me pudiera andar buscando a mí, pobre persona totalmente
perdida, que no sabía ni cómo encontrase a sí misma ni qué camino debía tomar
para hacer su vida. ¿Todo un Dios buscándome a mí?”
Sí, Dios Padre,
entrañablemente compasivo, me busca y te busca. Se abajó hasta nuestra
condición en Jesús de Nazaret, quien con sus palabras y sus obras nos muestra
que Dios no quiere que nadie se pierda ni se malogre, que nos ama sin medida,
sin reproche y sin condiciones y que no sólo está dispuesto a abrirnos los
brazos, la casa y el corazón cuando volvemos después de andar por caminos que
nos alejan del Amor y de la Vida sino que Él mismo, de mil modos, nos busca
sutil, paciente e incansablemente.
Y nos busca
porque nuestro bien, nuestra realización, nuestra vida plena es su alegría, su
felicidad y su gloria.
+ Ángel Garachana Pérez, CMF
Obispo de San Pedro Sula
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