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Mostrando entradas de noviembre, 2008

No bajo el temor sino bajo el amor

Por la naturaleza de mi trabajo pastoral tengo la oportunidad de hablar con las personas de su vida cristiana, de sus sentimientos religiosos, de su experiencia de Dios, de la importancia e influencia de la fe en su vida. He observado que hay personas que viven su relación con Dios más desde el temor y el miedo que desde la confianza y el amor. Tienen interiorizada en su inconsciente la imagen de un Dios justiciero y hasta castigador. Más de una vez habremos oído que una madre o persona mayor dice a un niño: “no hagás eso que Dios te va a castigar”. Te invito a acompañarme por el camino de esta reflexión para que comprendas que ya no estamos bajo el temor sino bajo el amor o para que te reafirmes en ello si tal es ya tu convicción y experiencia. Hijos de Dios por el Espíritu Por la fe y el bautismo hemos recibido el Espíritu de Jesucristo. Este Espíritu “no es un espíritu de esclavos para recaer en el temor sino el espíritu de hijos, por el cual llamamos a Dios “Abba”, Pa

“Tratar de amistad”

Compartía con ustedes mi convicción y mi experiencia de que la oración brota de la fe como el agua viva del manantial y que la oración no es una obligación sino una “gozada”, un privilegio, la fe respirando a pleno pulmón. Y les prometía seguir platicando sobre esta realidad esencial de la vida cristiana. Comunión de vida. Sigamos tomando como punto de partida la experiencia humana de la relación personal. La fe humana, la confianza mutua entre las personas crea una comunión de vida: comunión   de pensamientos, sentimientos, voluntades: una comunión de personas. De manera semejante, quien cree en Jesucristo vive en comunión de vida con Él. El Nuevo Testamento explica esta realidad con diversas comparaciones. San Juan nos dirá que Jesús es la vid verdadera y nosotros sus sarmientos. Unidos   a Él tenemos   su vida y producimos   mucho fruto. Separados de Él somos sarmientos secos (Cfr.   Jn. 15, 1-6). San Pablo emplea un rico y abundante vocabulario. Por el bautismo hemos

Ejercicios con San Pablo

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“Para estar en forma” es preciso hacer ejercicio. Hay ejercicios físicos, mentales y también espirituales. Yo he estado practicando los llamados tradicionalmente “ejercicios espirituales” en la casa de espiritualidad “Monte Horeb”,   con un grupo de 32 sacerdotes de la diócesis. También los sacerdotes   necesitamos estar en plena forma espiritual para ejercer nuestro ministerio al modo y manera de Jesucristo, el Buen Pastor. No quiero decir con esto que nuestras preocupaciones y ocupaciones diarias, nuestra solicitud y trabajos por los fieles no sean ya un buen ejercicio espiritual. Lo son. Más aún, la vida espiritual del sacerdote   se expresa y se alimenta, se realiza y consolida en el mismo ejercicio del ministerio. Pero nuestra vida, para que sea armónica y feliz, volcada en la acción y arraigada en la interioridad, necesita tiempos de recogimiento, de sosiego, de oración intensa y prolongada. Nuestra agenda, por más repleta que esté de compromisos, debe dejar espac

Convocados para dar Vida

Continúo mi reflexión sobre la vocación, según el Documento de Aparecida, y desarrollo su dimensión comunitaria, su carácter progresivo y su disposición al servicio de la vida en Cristo. En esta fecha, muchos seminarios y casas de formación están terminando y evaluando el curso académico y formativo. La pastoral vocacional de las parroquias y de los centros de acompañamiento y formación de los jóvenes ultiman sus reuniones y encuentros en orden a la toma de decisiones para el próximo curso. Quizá estos pensamientos puedan ser una ayuda para ellos. Vocación y comunión Desde este enfoque comprendemos que la vocación personal y específica es vocación con otros, es con-vocación. Tal es el significado etimológico de “Iglesia”: “ecclesia” Mi vocación personal tiene una dimensión comunitaria, eclesial. Quiere decir que Dios me llama “mediante la Iglesia” y me llama a “ser Iglesia”. La comunidad de discípulos es mediación y término de la vocación. Por tanto, la pastoral vocac

Discípulos Misioneros por Vocación

He tenido la gracia   y la buena suerte de acoger, durante la pasada semana, a los responsables nacionales   de pastoral vocacional de los países latinoamericanos y a dos representantes de la Congregación vaticana para la Educación Católica y los   seminarios. Además fue invitado a desarrollar una ponencia sobre “la vocación y la pastoral vocacional en los documentos de las Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano”. Quienes desean conocer mi reflexión completa sobre este tema en las Conferencias de Medellín, Puebla, Santo Domingo y Aparecida pueden entrar en la página web de la diócesis de San Pedro Sula: www.iglesiacatolicasps.com . En este comentario les ofrezco   solamente algunas reflexiones sobre la vocación en el documento de la V Conferencia, celebrada en Aparecida. Este documento podemos analizarlo desde diversos enfoques. A mi parecer los principales pueden expresarse   en estas cinco palabras: discipulado, misión, comunión, itinerario y vida. Me detengo

Discípulos misioneros en comunión

Aunque han pasado diez días desde el “Encuentro Diocesano” de la Diócesis de San Pedro Sula, aún resuena en mis oídos las palabras de su lema “Discípulos misioneros en comunión”; aún perduran las imágenes de la Eucaristía , Cuerpo de Cristo, celebrada, expuesta y llevada en procesión, como luz de comunión en la noche de divisiones y violencias; aún emergen los rostros de las personas provenientes de las diversas parroquias. El conjunto del encuentro en sí mismo fue ya una enseñanza: una experiencia y una escuela de comunión.   Y una enseñanza muy pedagógica ya que entraba por los ojos, por los oídos, por el contacto, por el corazón.   Con el deseo de profundizar esta enseñanza quiero compartir con los lectores de estas páginas algunas reflexiones sobre la comunión de los discípulos misioneros. A mi parecer, dos son las dimensiones que hemos de tener en cuenta: la espiritualidad de la comunión y los organismos de comunión. Los organismos sin la espiritualidad serían cuerpo si