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Mostrando entradas de agosto, 2008

Carro y obispo “todo terreno”

La diócesis sampedrana comprende tres departamentos: Cortés, Atlántida y las Islas de la Bahía, con una extensión de 8,594 Km 2   y una población cercana a los dos millones. Las vías de   comunicación pavimentadas son la carretera que cruza el departamento de Cortés de norte a sur, la carretera que recorre la costa norte   y la de salida hacia el occidente del país. Los ramales que arrancan de estas carreteras troncales son de tierra. A muchas aldeas de montaña sólo se accede en bestia o caminando. Por eso yo viajo a pie, a caballo, en carro, en avión a las islas y en lancha para visitar algunas comunidades de la isla de Guanaja. Me permito el lujo de usar los diversos medios   de transporte: terrestre, aéreo y marítimo. En cierta ocasión, después de visitar unas comunidades de la montaña, a las que subí a caballo, cuando hablé con mi padre por teléfono, le dije: “padre, recuerda lo que usted me aconsejaba?: “aprende, hijo, que todo lo que se sabe sirve”. “Pues bien, padre,

Aparecida: opción preferencial por los pobres y excluidos

Una misión inmersa en la realidad de nuestros pueblos no puede desconocer, soslayar o minimizar   la situación de pobreza, de exclusión, inequidad   e injusticia. No puede   silenciar el grito de los pobres. Me uno a los que afirman que la opción preferencial por los pobres, recogida y relanzada por   Aparecida, es uno de los signos más claros de su empalme con Medellín y Puebla y de su actualización en las   nuevas circunstancias. “Hoy queremos ratificar y potenciar la opción del   amor preferencial por los pobres   hecha en las conferencias anteriores” (DA 396). Este “es uno de los   rasgos que marca la fisionomía de la latinoamericana y caribeña” (DA 391). Aparecida, siguiendo el discurso inaugural del Papa, ha querido fundamentar y motivar esta opción en el acto mismo de la   fe para mostrar claramente que   no es algo marginal sino que “está implícita en la fe cristológica, en aquel Dios que se ha hecho pobre por nosotros para   enriquecernos con su pobreza” (DA 392). La

Mi ministerio de la palabra

Jesucristo es la Palabra humana de Dios Padre. Cuando el Padre nos quiso hablar a lo humano lo hizo por medio de las palabras de Jesús. El Jesús de los Evangelios no es un eremita retirado y callado. Jesús plática y enseña, de persona a persona, en pequeño grupo, a las multitudes. Pero sus palabras no estaban vacías, huecas; no eran formalistas ni falsas. Eran palabras de verdad, de vida, de salvación. Sus palabras perdonaban, sanaban, consolaban, denunciaban. Los obispos, hablando de sí mismos en el Concilio Vaticano II, dijeron: “en calidad de sucesores de los apóstoles, reciben del Señor la misión de enseñar a todas las gentes y de predicar el Evangelio a toda criatura… Este encargo es un verdadero servicio y en la Sagrada Escritura se le llama “diaconía”, o sea, ministerio” (LG 24). Me alegra saber que, como obispo, soy “ministro de la palabra”, “pregonero de la fe”, “maestro auténtico” y “predicador del evangelio” (Cfr. LG 25; CHD 12). Desde niño quise ser sacerdote “

El ángel de la bendición”

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Hay un ángel muy especial que va poniendo un toque de bendición por donde pasa. Quiero hablarles de este ángel   de la bendición   en los hogares. “Bendito sea Dios que nos ha bendecido en Cristo, con toda clase de bienes espirituales” (Ef. 1, 3). Cada uno de nosotros somos una “bendición”. Yo soy una bendición. Tú eres una bendición, un “bien-dicho” por   Dios, una buena palabra encarnada pronunciada amorosamente por Dios. No eres un estorbo, una   equivocación, una casualidad. Los esposos   son una bendición de Dios el uno para el otro, un regalo de Dios mutuamente. Dios bendice al esposo a través de la esposa y bendice a esta   a través de su marido. Y los hijos son una bendición de Dios, un don bueno, hermoso, un regalo de su amor, no unos intrusos que vienen a complicar la vida. Si Dios bendice ¿cómo maldecir? Si Dios nos dice palabras de bien ¿cómo decir palabras de mal? La familia está llamada a bendecir en primer lugar a Dios: “¡Bendito sea   Dios, Padre de nu

“El ángel de la valoración”

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Les presento a un nuevo “ángel” de la familia, el ángel de la valoración. La familia es comunión de personas distintas. Cada una es un   valor único e irrepetible; pieza única, luego, se rompió el molde. Los hijos no son copia de los padres, aunque   se parezcan, ni los hermanos fotocopia del primero. Por eso, la dinámica de la relación interpersonal   en la familia implica valorar a cada uno en su   singularidad, en su diferencia. Valorar   personalmente significa decir: “tú eres valioso tal como eres,   en tu originalidad. No es necesario que seas como yo o como a mí me gustaría que fueses”. Según las palabras de aprecio o desprecio que usen los padres, así están   educando a sus hijos. Si desde niños escuchan palabras de estima, si ven gestos de acogida y aceptación, de gozo por ser lo que son, desarrollan más fácilmente la estima y valoración personal. Los niños y adolescentes, al ser valorados maduran en el aprecio y estima de sí mismos, sentimiento que en   nada

La misión: ver, sentir y transformar las situaciones

La transmisión de la fe es preocupación fundamental de la Iglesia en todos los continentes,   bien   sea por la grave crisis que atraviesa en algunos lugares, bien sea por la importancia dada a las   religiones históricas de grandes poblaciones, bien sea por los cambios culturales profundos que terminan afectando a todos. Ahora bien, la misión nace del corazón amoroso de la Iglesia (DA30),   se da en el corazón del mundo y es para “tocar” ese corazón (DA148). La misión no es atemporal, paralela y no “importa a quien”. Es esencial a la misión   ver y actuar en la realidad concreta. Por eso, el conocimiento empático y noético de la realidad   es condición indispensable para la acción pastoral en relación con esa realidad.   Además, la situación histórica mirada con ojos de fe y corazón compasivo se convierte en mediación teologal. Constituye un verdadero lugar para la revelación de Dios en cada época.   A través de esta situación el Espíritu de Dios sigue hablando a los hombres de

Aprender a ejercitar la esperanza

La segunda carta pastoral que nos ha escrito el Papa Benedicto XVI trata de la esperanza (Spe Salvi). Y verdaderamente necesitamos ejercitar la esperanza, ser animados   en el camino de la esperanza porque la   impaciencia y el desaliento se nos pegan al alma como   el polvo al cuerpo sudoroso. Los   obispos de Honduras también escribimos una carta hace dos años y medio titulada “Por los caminos de la esperanza”. Vivimos   tiempos recios, dramáticos, situaciones de prueba dura, callejones sin salida. Por eso es más urgente esperar. “La paradoja de la esperanza es que se hace más viva cuando todo parece más   muerto,   se nos hace más necesaria cuando las puertas parecen estar cerradas” (Jaume Botey, “Construir esperanza”). El “yo   espero” tomado en toda   su   fuerza es inseparable de su contexto de prueba,   aunque no es menos cierto que la situación trágica es también el contexto   de la desesperación. “Sus condiciones de posibilidad coinciden”. Y la esperanza sólo brilla en t

De dónde vengo

Aunque como misionero tengo un corazón “universal” y la casa de mi espíritu tiene ventanas a los cuatro vientos, no olvido mis raíces familiares y geográficas. Ellas explican, en parte, mi manera de ser y sentir. En cierta ocasión, en la colonia Jardines del Valle de San Pedro Sula, un niño de tres o cuatro años me pregunta: “Monseñor, ¿usted ha venido del cielo?” ¡Qué pregunta! ¿Verdad? Su mamá le había explicado que el obispo representa a Jesús. Y él sacó la consecuencia: luego, “¿usted ha venido del cielo?”. No, no he venido del cielo aunque   tenga que ser “un cielo”. Todos los sacerdotes   tenemos nuestra herencia genética y cultural. Y yo tengo el rostro de mi padre y el cabello blanco de mi madre. Un toque   del orgullo disimulado de mi padre y la religiosidad de mi madre. La dureza de la tierra serrana y la limpieza de su cielo azul. La querencia de la popular y las formas de una buena educación del seminario. Vine a la luz de este mundo un tres de septiembre   de

¡Vivir!

La parroquia “Inmaculado Corazón de María” del “Sector Rivera Hernández” está celebrando la   semana por la defensa de la vida, que tiene como   lema: “con justicia y paz defendemos la vida”. Han organizado charlas en las comunidades sobre estos temas, un foro sobre “la justicia” en el centro “Paso a paso”, una marcha para el sábado día 9 y la celebración de la Eucaristía , el sacramento de la Vida Entregada, en la mañana del domingo. Además de presidir esta Eucaristía quiero unirme a los habitantes del sector con esta oración: Queremos vivir, Señor. Hay en nosotros un profundo deseo de vida en plenitud ¿Quién ha puesto ese anhelo, esa sed de vida? Has sido Tú, Padre, Dios de la vida. Tú nos creado, nos has regalado el don de la vida, una vida frágil como el barro pero a la vez gloriosa como el soplo del Espíritu.   !Gracias, Padre, por la vida, por la mía y la de mi familia, de mis amigos, compañeros de trabajo,   vecinos, paisanos... ! Por la vida de t