Discípulos Misioneros por Vocación


He tenido la gracia  y la buena suerte de acoger, durante la pasada semana, a los responsables nacionales  de pastoral vocacional de los países latinoamericanos y a dos representantes de la Congregación vaticana para la Educación Católica y los  seminarios. Además fue invitado a desarrollar una ponencia sobre “la vocación y la pastoral vocacional en los documentos de las Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano”.

Quienes desean conocer mi reflexión completa sobre este tema en las Conferencias de Medellín, Puebla, Santo Domingo y Aparecida pueden entrar en la página web de la diócesis de San Pedro Sula: www.iglesiacatolicasps.com. En este comentario les ofrezco  solamente algunas reflexiones sobre la vocación en el documento de la V Conferencia, celebrada en Aparecida.

Este documento podemos analizarlo desde diversos enfoques. A mi parecer los principales pueden expresarse  en estas cinco palabras: discipulado, misión, comunión, itinerario y vida. Me detengo hoy en las dos primeras.

Vocación y discipulado

Desde este enfoque, la vida cristiana es comprendida como “vocación” y los cristianos son “los llamados”.  Nos colocamos así en el planteamiento neotestamentario según el cual la vocación primera, común y fundamental,  es la vocación cristiana  y no desplazamos el significado original hacia una específica vocación.

En consecuencia toda pastoral, desde el acto  primero del anuncio del Evangelio, tiene una dimensión vocacional. La evangelización es un llamado apremiante a la conversión y al seguimiento de Jesucristo. Y la catequesis es un acompañamiento para que madure la fe  de los discípulos y se despliegue  según su específica vocación.

El discipulado se define radicalmente por la referencia a Jesús, el Señor, no por la cultura ambiental, ni por la teología que lo explica ni por la pedagogía que lo propicia. Jesús dijo y sigue diciendo: “Síganme”.

Luego la pastoral vocacional pone todo (las personas, los métodos y la organización) al servicio de este encuentro vivo con Jesucristo. Y es en este encuentro de profunda y dinámica comunión interpersonal donde se descubre la personal y propia llamada que Jesucristo dirige a cada uno.

El buen discípulo de Jesucristo se identifica tanto con su Maestro que termina “haciendo como Él”. La vocación lleva a la “imitación”. Son muchos los santos que se han hecho esta pregunta: “¿qué haría Jesús aquí y ahora?”. Y lo que han comprendido, a la luz del Espíritu, que haría Jesús, eso han hecho ellos. El discernimiento de la específica vocación personal no puede hacerse al margen de una vida cristiana progresivamente configurada por los  sentimientos, las convicciones y los comportamientos de Jesús.

Vocación y misión

“Vayan y hagan discípulos de todos los pueblos” (Mt. 28, 19). Jesús Resucitado, cumplida su misión y antes de volver al Padre, envía a sus discípulos a hacer nuevos discípulos.

La vocación al discipulado es vocación misionera. Jesucristo “llama… para enviar”. La vocación nos vincula al mismo tiempo a la persona del Señor y a su misión. Somos llamados a estar con el Señor, en fraternidad con los  otros discípulos, y a hacer nuevos discípulos.

“Cumplir este encargo no es una tarea opcional, sino parte integrante  de la identidad cristiana, porque es la extensión testimonial de la vocación misma” (DA. 144).

Por tanto, toda acción misionera tiene una dimensión vocacional y la pastoral vocacional es pastoral misionera. Explico. La acción misionera tiende a suscitar la respuesta y la adhesión al anuncio del Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo. Y la pastoral vocacional acompaña al creyente en su proceso de maduración que lo lleva  a descubrir su específica misión en la Iglesia y en la sociedad.




+ Ángel Garachana Pérez, CMF
Obispo de San Pedro Sula

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