Memoria agradecida
El sábado, 30 de
enero, presidí la Eucaristía de acción de gracias por los cincuenta años de
vida religiosa de Sor Luz Adela Serrano y por los cincuenta años de matrimonio
de su hermana Sara Serrano, casada con Jorge Alberto. Estaba presente la mamá de sor Luz Adela y de Doña Sara, casi
centenaria. En octubre cumplirá 100 años
de edad.
La celebración
eucarística y el posterior almuerzo con la familia y con las hermanas
salesianas despertaron en mí sentimientos de alegría y gratitud.
¡Cómo no
alegrarme y unirme al agradecimiento de Sor Luz Adela y del matrimonio
Sara y Jorge! Celebrar 50 años de fidelidad en la personal y específica
vocación es hacer memoria agradecida de una historia de gracia y de amor de
Dios que como hilo conductor ha ido uniendo los diversos acontecimientos de la vida. Para quienes
miran su historia con ojos de fe todo es gracia.
El cristianismo
es una religión de “la memoria”. Toda la Sagrada Escritura es la “memoria
escrita” de las maravillas de Dios en
favor de los hombres y mujeres, creados por amor y para amar. Y la Biblia habla de la memoria de Dios para
con el hombre y de la memoria del hombre para con Dios. “Todo recuerdo
reciproco implica acontecimientos pasados en que han estado en relación uno con
otro; y tiene por efecto, al hacer presente estos acontecimientos, renovar esa relación. Tal es ciertamente el
caso entre Dios y su Pueblo. La memoria
bíblica se refiere a encuentros acaecidos
en el pasado, en los que quedó establecida la alianza. Evocar estos
hechos primordiales, refuerza la alianza, induce a vivir el día a día con la
intensidad de la presencia que emana de la alianza y contiene anticipadamente
el porvenir” (Vocabulario de Teología Bíblica).
Las bodas de
oro celebradas fueron el ejercicio de
esa memoria que recuerda, actualiza y proyecta la alianza de amor propia de la
vida religiosa y la alianza de amor del sacramento del matrimonio.
El recuerdo,
hecho celebración familiar y eclesial, aviva en los demás la memoria de la
propia historia y rescata la presencia de Dios del olvido. Porque el drama de
nuestra memoria es que puede olvidarse de Dios, distraerse en lo secundario y
no prestar atención a lo principal, disfrutar de los dones de la vida y no
acordarse de quién es la fuente de toda bendición. Por eso, la Sagrada Escritura nos amonesta repetidas
veces: “recuerda” al Señor tu Dios, sus palabras y mandatos. “No te olvides” de lo que has
visto y oído. (Deut. 4,9; 6, 12; 11;9, 7).
La celebración
de las bodas de oro de Sor Luz Adela y de los esposos Sara y Jorge Alberto fue
para mí un “recordatorio” de mi propia historia bajo la mirada buena y
compasiva de Dios. Confío en que la lectura de este texto sea para ti un
llamado a hacer memoria agradecida de Dios en tu vida.
+ Ángel Garachana Pérez, CMF
Obispo de San Pedro Sula
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